lunes, 5 de mayo de 2008

DANTESCA BUENOS AIRES

Son pocos los turistas que visitan un misterioso y curioso atractivo de la ciudad de Buenos Aires, incluso no todos los porteños saben de su existencia. Me refiero al Palacio Barolo, ubicado en Avenida de Mayo n° 1370 y dedicado íntegramente a La Divina Comedia de Dante Alighieri. Estuve allí hace unos días y vale la pena darle un vistazo.
Con cien metros de altura —como cien cantos tiene La Divina Comedia—, el Barolo se comenzó a construir en 1919 y se inauguró en 1923, y fue el edificio más alto de Latinoamérica hasta 1925, cuando inauguró en Montevideo su casi gemelo Palacio Salvo, obra del mismo arquitecto. En Buenos Aires, gobernó los cielos hasta 1935, cuando lo destronó el Kavanagh, y fue el primer edificio de hormigón armado de la ciudad. Es Monumento Histórico Nacional desde 1997.

El edificio Barolo es el sueño compartido de dos emprendedores italianos: el empresario algodonero Luis Barolo y el arquitecto Mario Palanti, quienes se conocieron durante el centenario de la revolución de mayo. Ambos eran miembros de la Fede Santa (antecedente de la masonería), la misma logia a la que, 600 años antes, había pertenecido el Dante. Barolo y Palanti buscaban traer las cenizas del Dante para preservarlas de las guerras que veían asomar en Europa creyendo, como muchos argentinos en esa época, que destruirían todo el continente. Preveían albergarlas en el centro del edificio ocupado por los simbólicos cuadrados superpuestos y para lo cual construyeron una enorme escultura. En ese sentido no se descuidó ningún detalle: el edificio está lleno de citas en latín de la Divina Comedia y se inauguró el día del aniversario del Dante.


En la planta baja y los subsuelos está el infierno, que se manifiesta en expresivas gárgolas, dragones enfrentados, serpientes, y 9 círculos de fuego en el piso —9, como lo cita Dante Alighieri en La Divina Comedia—. Del piso 1 al 14 es el purgatorio —dos por cada una de las siete terrazas del purgatorio del Dante—, y del 15 al 22, el paraíso: 8 pisos, la cantidad de planetas que el poeta italiano había identificado, a fines del siglo XIII y comienzos del XIV. Estos son algunos de los infinitos simbolismos que pueblan el edificio, e incluso los ascensores plagados de símbolos masones. Cabe destacar que la planta está construida sobre la base de la sección áurea o divina proporción, tan famosa ahora gracias al Código Da Vinci.
El estilo arquitectónico del palacio provocó cierta perplejidad desde el principio. Algunos lo definían como de gótico romántico o cuasi gótico veneciano, incluso un ocurrente llegó a bautizarlo como perteneciente al “remordimiento italiano”. La cúpula está inspirada en un templo hindú dedicado al amor, y es el símbolo de la unión del Dante y su amada Beatrice. De allí se tiene una hermosa vista de Buenos Aires:

Pero queda claro el carácter y la función con la que fue construido: un templo laico que promueve las artes liberales.

Por supuesto que Italia nunca permitió el traslado de las cenizas del gran Dante a Buenos Aires. Pero no es la única tumba vacía que lo está esperando. Y es que murió exiliado de su querida Florencia. En 1829 los florentinos intentaron repararlo y se construyó una tumba para él en Florencia en la Basílica de Santa Cruz. Esa tumba ha estado siempre vacía y el cuerpo de Dante permanece en su tumba en Rávena. En el frente de su tumba vacía en Florencia se lee Onorate l'altissimo poeta («Honrad al más alto poeta»).

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