martes, 5 de agosto de 2008

¿QUIÉN ES EL ASESINO?

Hace poco tiempo el semanario The Economist se preguntaba sobre "quién es nuestro asesino, porque muertos, lo que se dice muertos, ya lo estamos". No se refería a ningún país en particular, sino al declinante reinado de los diarios y revistas de papel.

En forma coincidente, ante el cambio de hábitos por el avance de las nuevas tecnologías, el consejero delegado del Grupo Prisa y fundador del diario EL PAÍS, Juan Luis Cebrián, señaló: "Los periódicos no podemos vivir, simplemente, de contar noticias en un mundo en el que llegamos siempre tarde"
El primer director de EL PAÍS pidió desacralizar a los periodistas y se refirió a algunos de los pronósticos más pesimistas sobre el futuro del periodismo en soporte papel. Mencionó, concretamente, al estudioso Philip Mayer, autor de Vanishing Newspaper, "que acaba de anunciarnos que el año 2043 será el último en el que se editen diarios tradicionales"; a Bill Gates, que profetizó la muerte de los periódicos para 2020.

Frente al estado agonizante de los periódicos, crece imparable la penetración de la radio, la televisión, los teléfonos móviles y sobre todo de Internet, principal responsable del crimen.

Hay tendencias y cifras que dan crédito a la profecía: Aun cuando los números y modos de acceso a la digitalización y la web son desiguales e inciertos según el lugar del mundo en que se ponga la lupa, el primer enemigo presunto de los diarios de papel es el crecimiento fenomenal de la red y lo que ésta captura en términos de nuevas demandas de lectura, publicidad y clasificados. Hace mucho tiempo que la venta de diarios entró en un ciclo histórico de descenso: contra los 16.000 diarios que existían en Estados Unidos a principios del siglo XX hoy quedan menos de 2.000 (menos de 1.500 según otras fuentes); en la Unión Europea la caída de ventas oscila entre los 500.000 y el millón de diarios.

El periódico de papel no tiene cómo resistir la oferta informativa que suman la web, la telefonía celular, los medios electrónicos y los diarios gratuitos; el hombre promedio –un hombre virtual– apenas si presta poco más de media horita a la lectura de información.

Más datos citados por The New Yorker: “Los periódicos de papel perdieron el 42% de su valor de mercado en los últimos tres años”, “desde 1990, desapareció un cuarto del empleo en los diarios americanos”; “sólo el 19% de los estadounidenses de entre 18 y 34 años suelen mirar diarios”, “sólo el 8% de los menores de 35 años cree que apelará a un periódico en el futuro”, “menos del 20% de los americanos cree ‘todo o la mayor parte’ de los reportajes que ve en los medios de comunicación; y menos de un quinto cree lo que lee en los diarios impresos.

En este post de mi amigo Javier Noguera se preveía la crisis y se ocupaba del estado de los diarios en papel franceses.

Señala Eduardo Blaustein: “son demasiadas las señales proféticas y los datos de la realidad: el mundo que se viene será el de la conexión permanente a Internet y la cibersatisfacción garantizada de toda necesidad de entretenimiento, educación e información.
Y ese mundo que se viene será bipolar, al menos mientras subsistan los decanos de la prensa mundial: existirán por un tiempo diarios de papel de calidad (con buenos artículos de opinión, buenas crónicas y buen análisis) que tendrán poca circulación, serán más caros y personalizados y estarán hechos para una minoría dirigente. Lo demás serán las complejas galaxias web de la comunicación del futuro integrada por diarios digitales, blogs, etc.”

El paisaje argentino no ayuda a los diarios de papel:
la reciente pelea entre el gobierno y las corporaciones agrícolas puso de manifiesto, cómo pocas veces, el rol de cada diario de los autodenominados “independientes”.
Todos los periódicos terminaron tomando partido, sea movidos por su ideología, orientación editorial o simplemente el más descarnado interés económico en el pleito, sea que hayan tenido intereses compartidos “con el campo” o que aprovechen este conflicto para sacar ventajas o debilitar al gobierno para futuras negociaciones.
Más que nunca la libertad de prensa se evidenció como libertad de empresa y fue en los medios electrónicos alternativos como los blogs donde se pudieron observar los análisis más lúcidos e independientes.

En conclusión: hay múltiples asesinos de los diarios de papel, pero éstos evidencian también una gran vocación por el suicidio.

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