miércoles, 18 de febrero de 2009

OBAMA EN SU LABERINTO: EL DOLOR DE YA NO SER


El presidente Barack Obama apeló a lo único que encontró a mano: un plan de rescate por casi 800 mil millones de dólares que le suplicó aprobar al Congreso.

¿Garantías de éxito? Ninguna. Veamos porqué:

La madre de todas las burbujas:

Señala Raúl Dellatorre en Página 12: “Sabe que transita por un terreno extremadamente peligroso. El nivel de endeudamiento en el que está entrando Estados Unidos, a través de la sucesiva emisión de bonos del Tesoro cada vez que lanza un plan de salvataje, está inundando la plaza mundial de papeles de la deuda en una dimensión inimaginable, aun para el país con la economía más poderosa del mundo. Si se imaginara sólo por un momento que los inversores sospecharan de la incobrabilidad de una deuda que ya supera los 11 billones (millones de millones) de dólares, la conclusión seguramente será que estaríamos ante una catástrofe varias veces superior a la crisis actual. O, dicho de otro modo, ante la probable y quizás verdadera dimensión de la crisis actual. ¿Es mucho? Veamos.

Cualquier otro país, para tener déficit permanente en cuenta corriente, debería endeudarse hasta el punto que alguien le imponga un brutal ajuste. De nada le valdría emitir, porque nadie aceptaría su moneda. A Estados Unidos, en cambio, nadie le impone nada y todos aceptan su moneda. “Es una ventaja tecnológica, es el único país del mundo que tiene la maquinita de hacer dólares”, dijo alguna vez Ben Bernanke, cuando aún no era titular de la Reserva Federal de Estados Unidos. Sonó gracioso. Hablaba en serio.

Estados Unidos le saca productos al resto del mundo y a cambio le da dólares y bonos de su deuda. Cualquier país que emite moneda en exceso genera inflación. Estados Unidos también, pero no inflación interna, sino en el resto del mundo, donde van a parar los dólares. Se endeuda, llena de bonos a sus socios y les traslada inflación. Ningún otro país provocaría ese resultado con su déficit comercial, trasladándole el costo al resto.

Todo lo dicho viene pasando desde hace casi una década, prácticamente coincidiendo con los años de George Bush en el gobierno. La pregunta es cómo sigue o, como diría un presunto analista, “si el modelo es sustentable”. Por ahora, la política sigue siendo lanzar monumentales planes de rescate en base a endeudamiento en bonos. Los de Bush eran para salvar a los bancos. Obama sigue con los salvatajes al sistema financiero, pero lanza otros para el sector productor de bienes, apostando a resurgir de la crisis. Lo inmediato es que aumenta la emisión de bonos y la deuda, mientras que el objetivo de recuperación está por verse si se cumple.

Pero la mayor parte del stock de títulos de la deuda de Estados Unidos está en las arcas de bancos centrales. Más de la mitad de la deuda, 5,8 billones de dólares, está en poder de dichas instituciones y particulares fuera de Estados Unidos, con China y Japón a la cabeza (más de 650 mil millones el primero, casi 600 mil el segundo). Si tan sólo amagaran desprenderse de una parte, el valor de los bonos estadounidenses se derrumbaría. Pero, por ahora, nadie lo hace. Están asociados a la suerte del valor de esos bonos: una caída en su precio también significaría un fuerte quebranto en los mismos bancos centrales que lo poseen.

Esa dependencia mutua sólo indica que, muy probablemente, no serán los bancos centrales asiáticos los que iniciarían una corrida o despegue. Pero nadie podría asegurar que guardarán igual conducta si la corrida la inicia otro. Puede que no quieran ser los primeros en salir, pero tampoco querrían ser los últimos.

¿Qué posibilidad hay de que “otros”, innominados, inicien una corrida contra los bonos estadounidenses? Hoy, como fue dicho, sus rendimientos son bajísimos, pero se consideran “seguros” mientras se piense que no va a caer su valor de mercado. Pero bastaría que los inversores individuales recuperen su propensión al riesgo para que busquen rendimientos más atractivos en papeles privados. Esto sucedería, por ejemplo, si se observa una recuperación sostenida de la actividad económica y las acciones de empresas vuelven a ser tentadoras. Si ocurriera que la actitud de los inversores individuales arrastrase a los inversores institucionales, resultaría que el mejor escenario para la economía podría ser el peor para los bonos estadounidenses.

¿Qué pasaría con los bonos si la crisis se prolonga, si la situación de debilidad de la economía estadounidense no se disipa y más sectores económicos entran en crisis? La alternativa de más intervención oficial, más planes de salvataje, supone más necesidades de financiamiento y, por tanto, mas emisión de bonos. ¿Hasta cuando es posible, antes de convertirse en una burbuja a punto de estallar? No son pocos los que sostienen que ese límite ya está demasiado cerca, si no es que ya se atravesó. Es decir, el peor escenario para la economía también podría ser el peor para los bonos.

En un reciente artículo, Rubén Ramallo, catedrático de la Universidad de Palermo, repasa y cita varios comentarios de origen estadounidense señalando la creciente preocupación sobre el futuro de los bonos del Tesoro. Muchos prevén un final catastrófico, la más contundente fue la revista especializada en inversiones Barron’s, que alertó “Salgan ya” (“Get out now!”) a sus lectores con bonos. Otros advierten que la tendencia de los bancos centrales es a la venta y no a la compra de títulos del Tesoro estadounidense.

Los bonos, no hay duda, se han convertido en otra burbuja, pero la Gran Burbuja. La que abarca a todas las demás: la de las acciones tecnológicas, la inmobiliaria, la crediticia, etc. El drama es que, esta vez, tendría un alcance desmesurado, por el grado de exposición de las principales economías del mundo y por lo que representan éstas en la economía global. Todo el modelo de acumulación estaría en juego. ¿Alguien se imagina el final del neoliberalismo como un monstruo que se devora a sí mismo?


¿Donde está la locomotora?

El suplemento IECO de Clarín reprodujo una muy interesante nota del diario New York Times, donde se señala:

El crecimiento es la única vía que tiene un gobierno para pagar sus deudas de un modo relativamente rápido e indoloro, al permitir que los ingresos fiscales aumenten sin que los impuestos tengan que subir. Esto es, en esencia, lo que sucedió en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Cuando culminó el conflicto bélico, la deuda del gobierno federal equivalía al 120% del producto bruto interno (más del doble de alto que el nivel estimado para fines del año próximo). El rápido crecimiento económico de los años 50 y 60 ­más del 4% anual, frente al 2,5% en esta década­ pronto redujo esa deuda.

Sin embargo, esta vez existen temores reales de que la economía de los Estados Unidos no crecerá lo suficiente para cancelar sus deudas fácilmente y mejorar los niveles de vida, como sucedió en las décadas posteriores a la guerra. La fraternidad de economistas expertos en crecimiento predice que la economía, en su rumbo actual, crecerá más lento en los próximos veinte años que en los últimos veinte.

¿De dónde provendrán los recursos nuevos y genuinos de crecimiento? Wall Street no solucionará los problemas económicos de la nación. Tampoco Detroit (sede de la industria automotriz), obviamente. Ni Silicon Valley, al menos no por sí solo. Mucho antes de que estallara la burbuja inmobiliaria, las enormes ganancias en productividad a raíz del boom tecnológico de los años 90 parecían irse agotando, lo que sugiere que Internet tal vez no pueda alimentar décadas de crecimiento económico como lo hicieron los inventos industriales de comienzos del siglo XX. El crecimiento económico anual en esta década, aun excluyendo las contribuciones funestas que 2008 y 2009 aportarán al promedio, fue el más lento de todas las décadas desde los años 30.

Así, por primera vez en más de 70 años, el epicentro de la economía estadounidense puede ubicarse fuera de California o Nueva York o del Midwest industrial. Se lo puede ubicar en Washington. Washington no tendrá simplemente la tarea de sacar a la economía de la crisis inmediata. También deberá dilucidar cómo poner a la economía estadounidense en un camino más sustentable, para que logre un crecimiento veloz, de alcance generalizado y sin el beneficio de una burbuja.

Cabe agregar algo que el artículo no dice: hoy no se puede apelar a la locomotora de una gran guerra: sabemos que basta con apretar unos pocos botones para destruir todo. Y las guerras de baja intensidad (Irak y Afganistán) están empantanadas, para ser suaves en el calificativo “militar”, y perdidas en la opinión pública mundial.

Para peor, Obama enfrenta poderosísimos lobbies: el complejo militar – industrial, Wall Street, las grandes petroleras, las empresas del carbón, la American Medical Association y los sindicatos docentes. Y necesariamente habrá ganadores y perdedores.

Teoría de la dependencia:

En ese contexto internacional, estoy convencido de que el capitalismo neoliberal conocido MURIÓ, y sólo podrá ser superada esta crisis económica mundial reformulando todas las instituciones y “dogmas neoliberales” fracasados: el F.M.I., el Banco Mundial, el dólar como reserva de moneda mundial, la farsa del libre comercio (todos los países están apelando al proteccionismo como mecanismo de defensa), discutir en serio las energías sustitutivas al petróleo, el combate al cambio climático y finalmente, lo más importante: si las normas internacionales rigen sólo para los países débiles y son continuamente pisoteadas por los poderosos no hay sistema legal ni económico posible.

En resumen, la hegemonía norteamericana terminó junto con el neoliberalismo: E.E.U.U. no podrá salir SOLO de esta crisis. El plan de “rescate” de Obama no deja de ser un manotazo de ahogado de un país nostálgico de los tiempos de la unilateralidad fenecida.

Y es que aceptar la necesidad de cualquier cambio en el esquema mundial naciente de la post segunda guerra mundial implicará la segura pérdida de poder de E.E.U.U. y la aceptación de la multilateralidad ya palpable.

Y como sabemos de sobra los latinoamericanos: A NADIE LE GUSTA SENTIRSE DEPENDIENTE. Menos aún a un imperio en decadencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Será Obama el encargado de instituir un "corralito" a lo yanqui?.
¿Qué le dirá el FMI a EEUU si entra en "default"?.
Sinceramente, a mí me gustaría verlo.
Quizás sea la única solución para replantearse en serio el modelo de desarrollo y el modelo de comercio internacional.