lunes, 4 de mayo de 2009

LA ESTRATEGIA DE LA OMISIÓN


La realidad que no me gusta no existe, decreta la "prensa independiente". Eso queda claro este domingo en los principales analistas políticos de la oposición multimediática.

Y es que el acto de la C.G.T. de Moyano por el día del trabajador, que reunió a más de 100.000 personas en la Av. 9 de julio de la ciudad de Buenos Aires, fue el hecho político quizás más importante de la semana pasada. Sin embargo, no mereció ni siquiera una sola línea de análisis por parte del columnista Morales Solá del diario La Nación ni por el periodista opositor estrella de Clarín Eduardo Van der Kooy. De eso no se habla, parecen decir a coro.

Mario Wainfeld lo explica bien:

Los medios dominantes hicieron lo imposible por ningunear o distorsionar la movilización. Durante días alertaron que se venía un desafío al oficialismo, tratando de acomodar los hechos a sus anhelos. Las transmisiones radiales y televisivas en vivo se desesperaban para conseguir una pelea, un mini San Vicente como anhelo supremo, unas piñas entre los muchachos como premio consuelo. Las consabidas alusiones a la “extrema tensión” fueron recurrentes durante las horas previas. Pero, en esta ocasión, los organizadores revieron la incompetencia suicida que fue el traslado definitivo de los restos de Juan Domingo Perón. Cuando se convoca a trabajadores organizados y encuadrados, cuando se restringe el protagonismo de barras bravas y marginales, las perspectivas de convivencia son muy altas, tantas como para dejar a los detractores con un palmo de narices.

Así y todo, las descripciones de los on line tuvieron lo suyo. La Nación contó que “miles de gremialistas” se encolumnaban hacia la cita. No eran ciudadanos, ni mucho menos “gente”, ni siquiera “laburantes”, “apenas” gremialistas. Si existieran en tamaño número sería el momento de exhumar y resignificar el concepto de “burocracia sindical”.

Para otro medio virtual, los asistentes fueron “llevados” por Moyano. No se movilizaron, no tienen voluntad política ni libre albedrío. Un discurso dominante ningunea a los trabajadores, a tono con una atmósfera clasista”

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