domingo, 9 de diciembre de 2012

REFLEXIONES DOMINICALES DE MARIO WAINFELD


En su columna dominical en el diario Página 12, el periodista Mario Wainfeld realiza interesantes reflexiones, bastante en línea con las que se vienen señalando desde hace un tiempo en varios blogs del palo:
"A veces la épica o la voluntad de hacerse cargo de conflictos inherentes a la lucha política se confunde con carecer de aptitudes para la negociación, la articulación, los canjes lícitos. O de ciertas destrezas más sutiles, como trabajar a los adversarios por líneas internas. En ciertos bastiones oficialistas se lee eso como fuerza, cuando puede ser una debilidad o una falta de ductilidad, cuanto menos.
Cuando se produjo el conflicto de las retenciones móviles, las tácticas oficiales emblocaron al conjunto de sus antagonistas, lo que ayudó a que se perdiera una valiosa iniciativa. Algunas remembranzas de ese traspié asomaron durante todo este año.
El discurso extremo, que identifica a grupos críticos con su peor sector, puede valer para la tribuna propia, pero produce contraindicaciones severas. Meter a todos los asistentes a las manifestaciones del 8 de noviembre en la misma bolsa que Cecilia Pando es un error de análisis, amén de una táctica boomerang. Pocos días atrás comenzó el megajuicio que investiga crímenes en la ESMA. Pando convocó a sus acólitos, que no fueron ni centenares de miles, ni decenas, ni miles. El error de diagnóstico aleja o enfada a los no encuadrados o dubitativos y, a menudo, a quienes “balconean” desde afuera.
No todos los que pararon el 20 de noviembre “son” Hugo Moyano o Luis Barrionuevo o Gerónimo Venegas. No todos sus reclamos son absurdos, no todos son irrecuperables políticamente. Tratarlos de ese modo, así fuera en el discurso, resta en vez de sumar.
Seguramente, cuando llegue el repaso infaltable en las fiestas de fin de año, el oficialismo deberá repasar cómo se ha manejado para sustentar sus perspectivas de “profundizar el modelo”... Las convicciones son imprescindibles, el conflicto inevitable o hasta deseable. “Hacer política” en un abanico muy amplio no conspira contra los mejores fines, supone este cronista. Más bien al contrario"

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