Todo indica que se viene el rejunte republicano de derecha nomás. Y está bien. Porque la verdad que, hoy por hoy, ¿Cual es la diferencia entre Macri, Sanz y Carrió? Tan sólo los intereses corporativos que representan uno y otro pero que, llegado el caso, confluyen sin problemas en "la embajada".
En lo económico vienen sosteniendo el mismo discurso a contramano del mundo. Veamos:
“(No alcanzó al Gobierno) ni las retenciones
extraordinarias al campo ni haber agarrado la plata de la AFJP ni las reservas del
banco central que tuvo que caer en la maquinita que ya vimos en los (años) 80
lo que produjo, hay que parar con esto. Hay que tener austeridad”
"... el jefe
de Gobierno porteño afirmó que los
problemas económicos se solucionan "con austeridad", dijo que el
Gobierno "siempre ha despilfarrado y
ha hecho experimentos con la plata de la gente"
"Si no tenés una impronta de austeridad fiscal, si no dejás de
emitir y no tenés una política seria de combate a la inflación y además se caen
las reservas, estás en un ciclo que se retroalimenta a sí mismo"
Si tienen un mismo plan económico, ¿por qué no juntarse?
El problema, en todo caso, lo tendrían el resto de los argentinos si llegase a ganar este rejuntado de derecha a contramano del mundo que propone la panacea del regreso de la austeridad. Si se hubiesen tomado el trabajo de leer el último año alguno de los grandes diarios del mundo se quedarían sin discurso: la base científica que propiciaba la austeridad como receta para retornar al crecimiento fue demolida por investigadores estadounidenses, aunque en nuestro país ello fuera escasamente difundido.
Veamos esta crónica de medios del mundo insospechados de chavismo ni kirchnerismo:
"En esta era de la información, los errores matemáticos pueden llevar al desastre. La Mars Orbiter de la NASA se estrelló porque los ingenieros olvidaron hacer la conversión a unidades del sistema métrico; el plan de la ballena de Londres de JPMorgan Chase salió mal en parte porque quienes hicieron los modelos dividieron por una suma en lugar de por una media. De modo que, ¿fue un error de codificación de Excel lo que destruyó las economías del mundo occidental? Esta es la historia hasta la fecha: a principios de 2010, dos economistas de Harvard, Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, divulgaron un artículo, Growth in a time of debt (Crecimiento en una época de endeudamiento), que pretendía identificar un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda pública. Una vez que la deuda supera el 90% del producto interior bruto, afirmaban, el crecimiento económico cae en picado.
Reinhart y Rogoff tenían credibilidad gracias a un libro anterior admirado por todo el mundo sobre la historia de las crisis financieras, y el momento escogido era perfecto. El artículo se publicó justo después de que Grecia entrase en crisis y apelaba directamente al deseo de muchos funcionarios de virar del estímulo a la austeridad. En consecuencia, el artículo se hizo famoso inmediatamente; seguramente era, y es, el análisis económico más influyente de los últimos años.
El hecho es que Reinhart y Rogoff alcanzaron rápidamente un estatus casi sagrado entre los autoproclamados guardianes de la responsabilidad fiscal; la afirmación sobre el punto de inflexión se trató no como una hipótesis controvertida, sino como un hecho incuestionable...
Finalmente, Reinhart y Rogoff permitieron que unos investigadores de la Universidad de Massachusetts analizasen la hoja de cálculo original; y el misterio de los resultados irreproducibles se resolvió. En primer lugar, habían omitido algunos datos; en segundo lugar, emplearon unos procedimientos estadísticos poco habituales y muy cuestionables; y finalmente, sí, cometieron un error de codificación de Excel. Si corregimos estos errores y rarezas, obtenemos lo que otros investigadores han descubierto: cierta correlación entre la deuda elevada y el crecimiento lento, sin nada que indique cuál de ellos causa qué, pero sin rastro alguno de ese umbral del 90%.
Debemos situar el fiasco de Reinhart y Rogoff en el contexto más amplio de la obsesión por la austeridad: el evidentemente intenso deseo de los legisladores, políticos y expertos de todo el mundo occidental de dar la espalda a los parados y, en cambio, usar la crisis económica como excusa para reducir drásticamente los programas sociales.
Lo que pone de manifiesto el asunto de Reinhart y Rogoff es la medida en que se nos ha vendido la austeridad con pretextos falsos. Durante tres años, el giro hacia la austeridad se nos ha presentado no como una opción sino como una necesidad. Las investigaciones económicas, insisten los defensores de la austeridad, han demostrado que suceden cosas terribles una vez que la deuda supera el 90% del PIB. Pero las investigaciones económicas no han demostrado tal cosa; un par de economistas hicieron esa afirmación, mientras que muchos otros no estuvieron de acuerdo. Los responsables políticos abandonaron a los parados y tomaron el camino de la austeridad porque quisieron, no porque tuviesen que hacerlo"
"En los últimos años, los gobiernos de Europa y Estados Unidos se encolumnaron detrás de la idea de que una determinada carga de deuda constituía una amenaza para la salud económica futura, para justificar planes de austeridad que aumentaron el desempleo y debilitaron las economías. Se basaron, entre otras cosas, en uno de los paperseconómicos más influyentes de los últimos años, un trabajo de 2010 de los economistas de Harvard Carmen M. Reinhart y Kenneth Rogoff.
Pero esta semana se difundió un estudio de economistas de la Universidad de Massachusetts, en Amherst, que encontró errores básicos en el trabajo de los dos profesores de Harvard. Como resultado, se desató un escándalo que, amplificado de inmediato por foros y tuits, salió del ámbito intrincado del pensamiento económico, dadas las proyecciones que el trabajo desmentido ha tenido en la esfera de las políticas públicas en Europa y EE.UU.
En Amherst, Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin intentaron reproducir los resultados de Reinhart-Rogoff y encontraron errores de cálculo básicos u omisiones de datos que alteran considerablemente los resultados. Según el recálculo que hicieron estos economistas, “la tasa de crecimiento promedio del PBI real para los países con una relación deuda pública/PBI de más de 90% es en realidad 2,2%, no 0,1%”. En otras palabras, las deudas altas no tienen que ver con los problemas con que la asociaban Reinhart y Rogoff y gran parte de la elite económica del mundo.
El paper cuestionador, difundido esta semana, desató una tormenta en la profesión económica, y algunos expertos hasta argumentaron que resquebraja las políticas de austeridad tan dominantes en los últimos años.
“¿Cuánto desempleo causó el error aritmético de Reinhart y Rogoff?”, planteó, por ejemplo, Dean Baker, del Centro de Investigación en Economía y Política, de tendencia liberal-progresista"
"Cada vez parece más evidente que la austeridad en Europa no da para más. Y no lo dice este cronista. Lo afirman el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso; el nuevo primer ministro de Italia, Enrico Letta; los gobiernos de los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España); los documentos secretos del Partido Socialista francés; los más de seis millones de desempleados de España, y hasta la oposición alemana"
Centrándose en el caso
de Estados Unidos, los partidarios de la austeridad entre 2009-10 sostuvieron
constantemente (con frecuencia en este diario) que los grandes déficit de
Estados Unidos llevaría a peligrosamente altas tasas de inflación y de interés. Ninguna de estas predicciones se
hicieron realidad. De hecho, la
inflación y las tasas de interés de los bonos del Tesoro estadounidense se
encontraban en mínimos históricos en los últimos cuatro años, 2009-12, durante
el cual el déficit del gobierno estaban en su apogeo.
Tampoco es cierto que
los grandes déficits han creado una carga insostenible para las finanzas del
gobierno de Estados Unidos. De
hecho, desde 2009, los pagos de intereses del gobierno estadounidense sobre la
deuda han sido en niveles históricamente bajos, no máximos históricos, a pesar
de la elevación del nivel de endeudamiento del gobierno. Esto es, precisamente, porque el
Tesoro de Estados Unidos ha sido capaz de pedir prestado a tasas bajas a lo
largo de estos años de altos déficit.
No estamos sugiriendo
que los gobiernos deben tener la libertad de pedir prestado y gastar
pródigamente. Pero el gasto
deficitario del gobierno, realizado con criterio, sigue siendo la
herramienta más efectiva que tenemos para luchar contra el desempleo masivo
causado por las recesiones graves"
Con estos antecedentes científicos, causa genuino pavor escuchar a los referentes de la derecha vernácula vendernos a los argentinos como "necesarias" las recetas de austeridad fracasadas en la praxis mundial y rebatidas teóricamente por reconocidos investigadores y economistas de las principales universidades del mundo.